domingo, 31 de mayo de 2009

... matando tiempo

Esta poca madre Laguna Beach y Mary Jane de The Vines. Es la una de la mañana. No tengo nada que hacer. Les vale madres, ya sé. Me vale madres que les valga madres.

Como estoy en la compu chafa (esa que tiene un buen de por...ogramas inservibles) no puedo hacer absolutamente nada sin haber pasado primero por un periodo de espera de quince minutos, asì que mejor escribo nadamás.

"Jacob" es un cuento... o algo que escribí hace un buen para una clase. Al igual que él filme en el que me base, el personaje sufre de problemas mentales imposibles de apreciar a simple vista, desordenes emocionales y de sueño mezclados con rutinas repetitivas y estresantes. Toda una joya, al menos para mí.


Jacob

Despertar lejos de casa, en la esquina de la calle, en el trabajo o hasta en un condado diferente sería algo díficil de digerir para alguien. Hay gente que ha muerto por el trauma, por la sorpresa. Pero Richmond no es alguien. Richmond es nadie; es solo una cifra más en el sistema, un peon, una herramienta. Eso era algo que sucedía recurrentemente en la vida de éste hombre: Una noche se podía encontrar viendo la televisión y en la mañana siguiente ya estaba a bordo de un avión. Suele sucederle tres o cuatro días a la semana... si no es que todos.

Un lunes, al "despertar" a las seis de la tarde lejos de su departamento, se encontraba analizando un accidente: era una familia. El padre y la hija de ocho años habían sobrevivido al choque. Pero la señora y los pequeños gemelos no tuvieron la misma suerte. Aun se apreciaba el olor a carne quemada de éstos; los gritos del hombre y la niñita eran desgarradores. Para muchos hubiese sido motivo de un sentimiento demasiado fuerte ver tan triste y trágica escena. Para Richmond era solo un día más de trabajo. No, no es policía.

-Bien señor, siento decirle en nombre de la compañía que no nos podemos hacer responsables de ésto. Que tenga un buen día. -Sí, solo viajo para aclararle eso a lo que quedó de la familia.

Ahí mismo había otro hombre, contemplando la escena mientras dejaba escapar de su boca el dulce aroma de un Habano.

Lo ignoró y regresó a su departamento, solo se tiró en el sillon a "ver" (o algo parecido) televisión. Programas de comerciales, ¿quìén en su sano juicio pasaría tres horas viendo el canal de comerciales?
Que decir de su departamento. Era pequeño, pero decente. Su cuarto estaba impecable, sería por que nunca usaba su cama. Y que decir de Richmond. Un hombre delgado de treinta y dos años que se dejaba llevar por el sistema, por el comercialismo. Es simple, es alguien que recibe órdenes y gustaba de hablar con desconocidos, gente con la que nunca más se toparía de nuevo.

Las tres de la mañana. Su zombi sigue viendo la tele, no las imágenes, solo la tele. Después de volver en sí, se decidió a ir a ese bar clandestino que esta en la esquina. Entró y se encontró con un buen ambiente. Gente bebiendo, prostitutas bailando, borrachos tratando de jugar billar y un amable barman. Al verlo, toda la gente se detuvó, con miedo, con inseguridad. Sintió una raro deja-vu al percatarse de eso.

-¿Lo de siempre, Jacob?
-...yo? -responde extrañado Richmond.
-Toma, hermano. -dijo el barman sin responder
-¿Un Blackthorn? Yo nunca había venido aquí, ¿cómo sabe mis gustos?

-Jajaja -esa risa era tan falsa y aterrorizada. -Usted siempre bromenado.

Y sin darle mayor importancia, Richmond bebió.


Y ya me dió weba, chingarsu madre el cuento.



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